jueves, 10 de marzo de 2011

Misterios sagrados


Misterios sagrados

Misterios sagradosEl antiguo monasterio oscense de SanJuan de la Peña es seguramente uno de los lugares más prolíficos en secretos no estudiados en el ámbito de la Historia medieval española.

Desde haber sido el lugar en el que se conservó durante muchos siglos el que se tiene por Santo Cáliz de la última cena, la representación griálica más inmediata de todas cuantas constituyeron la gran leyenda artúrica, hasta la maravilla de su ubicación, excavado entre peñascos que lo convierten en un homenaje a la roca, contiene el más impresionante claustro románico exento, protegido por las rocas que le sirven de techo.

En este claustro, y precisamente en el muro que lo separa de la vecina iglesia rupestre, un espectador curioso puede ver que, entre las numerosas marcas de cantero cinceladas en las piedras, destaca una cantidad considerable de llaves, que la Iglesia y muchos investigadores academicistas han atribuido a símbolos eclesiásticos aprovechados por los canteros.

Sin embargo, una reflexión lúcida, acompañada por el misterio que se manifiesta en las figuras de los capiteles claustrales, que cuentan una misteriosa historia aún no aclarada, nos lleva a otra sospecha: quizá los canteros que construyeron aquel claustro singular se propusieron avisar de algún modo a guienes lo visitasen que el lugar monástico contenía un misterio profundo y que podía ser abierto mediante las claves/llaves con las gue llenaron el único muro construido de aquel gran espacio sagrado.

Las llaves de San Juan de la Peña son, en cierto modo, el modo de llamar, de forma evidente, la atención de aquellos visitantes que se acerquen y quieran conocer el auténtico sentido trascendente que se oculta en ese hermoso y sabio lugar, pues en él, en la parca decoración de sus vetustos capiteles, en la cuidada disposición de todas sus columnas y en el preciso orden que ocupan, se manifiesta el mensaje, en un lenguaje analógico que los constructores sagrados quisieron transmitir a los que les sucedieran. Las dificultades que éste lenguaje implica no deben amendrentarnos.


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Título: MAN-109 Acerquense al Sagrado Misterio

ACERQUENSE AL SAGRADO MISTERIO

MAN-109 19-Ago-94 La Santísima Madre
Hrs. 13:50

1) Soy la Madre de la Eucaristía. Soy quien aboga por la
Misericordia del Señor para mis Hijos.

2) Acérquense, hijos del mundo, todos, al Sagrado Misterio que
les ha regalado Jesús. Al lugar en el que tantos santos han
hallado su reposo, su alegría, su felicidad.
3) Acérquense a ese Vaso admirable que es la obra más
maravillosa del Altísimo, en el cual Su poder, Su sabiduría y Su
bondad parecen haberse agotado.

4) Agradézcanle por el amor en el que se abrasa por ustedes,
por la bondad que los atrae y por el continuo cuidado que tiene
en todo lo que les toca.

5) Pídanle perdón humildemente, porque El pone Su gloria, no
en castigar los pecados, sino en perdonarlos. El es el pontífice
que los reconcilia con el Padre. No desprecien, hijitos, esta
abundancia de bienes que es el Paraíso creado para ustedes y
que innegablemente, tiene como puerta de entrada la Sagrada
Hostia.

6) ORACIÓN DEL ENFERMO

6) Señor, Tú que desde lo más alto de los cielos ves la enormidad de
mis males y cuales deberían ser sus consecuencias, sólo Tú puedes
librarme de ellos. No tienes más que decir una palabra para darme
perfecta salud.
7) Tú ibas a buscar al enfermo por todas partes y curabas sus
enfermedades. Exhalabas una virtud que daba la salud a los que se
Te acercaban. Hoy, das a beber Tu propia sangre y comer Tu
propia carne para sanar a todos los enfermos del mundo y pienso,
¿qué otro médico sino tú sacrificaría su propia vida para conservar
la de su enfermo?
8) Ven, Jesús caritativo, ven hacia este pobre enfermo; coloca Tu
mano sobre la mía y con ello devuélveme la vida. No es ninguno deTus Ángeles, ni de Tus profetas, ni de Tus discípulos el que me ha
enviado para sanarme, sino Tú mismo quien ha venido.
9) Mira, Señor, la multitud y profundidad de las llagas que mis
enemigos me han hecho. Mira cuán postrado me tienen a un
mismo tiempo la ambición, el orgullo, la impureza, la ira, la
envidia, la gula y todas las demás enfermedades espirituales: mira
el fondo de corrupción que hay en mi corazón, cuánta ilusión en
mi entendimiento, cuánto desarreglo en mi imaginación, cuánto
desorden en mi apetito y cuánta libertad en mis sentidos. Tengo
todos los males juntos y los tengo en abundancia. Cúrame, Te
suplico, para mayor gloria de Tu santo nombre.
10) Salvador mío, el menor contacto de Tu sagrada mano o de Tus
vestidos, la menor de Tus palabras sanaban en otro tiempo todas
las enfermedades, ¿cómo me sanarás hoy? No solamente me das
Tu cuerpo y Tu sangre para darme la vida, sino que insistes en
hacerlo. Médico divino, Tu gloria es el sanarme y es suficiente con
que Tú lo desees para que el momento sea ejecutado. Las
enfermedades más obstinadas son tan sólo como soldados a órdenes
de su general. Ordena, oh Señor, a toda esta tropa de males de que
me hallo afligido que me dejen, y en el momento me dejarán. Ten
sólo la voluntad de sanarme y en la hora seré sano.
11) Yo sé que no sólo puedo pedirte que me sanes sino también que
Tú me cuides. Yo acepto todas las operaciones que juzgues
necesarias: parte, corta, haz pedazos, arranca, pon hierro y
fuego...Yo me pongo enteramente en Tus santas manos y me
sujeto a todo. Dame el tratamiento que te agrade, estoy pronto a
seguirlo. Mándame que me prive de lo que sea, que haga tal o cual
cosa, lo haré sin dudarlo porque estoy poniendo con fe mi vida en
tus manos y no puedo defraudarte.
12) Señor Jesús. Tú que eres mi médico y mi remedio, quédate en
todos mis sentidos y mi cuerpo y, éstos serán sanos de los
diferentes males que los afligen.
13) ¿Qué quieres que te dé, amado médico mío, por haber venido a
mí y por el divino remedio que me has traído hoy? ¿Qué puedo
darte que sea digno de Ti sólo a Ti mismo? Te ofrezco Tus propias
grandezas y perfecciones y sobre todo, la infinita caridad que Te ha
movido a venir a mí para sanarme. También me entrego a Vos,
enteramente y con todo lo que me pertenece. Quiero emplear en Tu
servicio la salud que me estás dando.
14) Te prometo, médico celestial, que en adelante evitaré, no
solamente todo pecado, sino todo lo que tenga apariencia de él.
15) Nunca olvidaré este momento, este remedio que también le das a
mi alma con Tu sagrado cuerpo y Tu preciosa sangre. Te lo
agradezco con todo mi corazón y ruego a todos los santos yÁngeles Te den las gracias por mí.

16) Era necesaria una bondad como la Tuya, para obligarte a bajar
de los cielos a fin de venir a sanarme, entonces, quédate conmigo,
no me abandones un momento. Sírveme de guía, aliméntame con
el fruto eterno de vida para reparar mis fuerzas debilitadas.
17) ...



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